Ayer salí de fiesta, tenía una
cita con un amigo italiano que no veía desde hacía tres años. Pasamos juntos
horas y horas hablando de numerosas cosas acompañados de whisky escocés y
música jazz.
Como no era de evitar, la crisis asomó
la cabeza entre las conversaciones de thai
box y Boney M, pero esta vez para
pisar fuerte.
“¿Cómo estáis en Italia ahora?” -Le
pregunté con rostro apenado.
“Mucho mejor” -fue su sorpresiva respuesta.
Inconsciente de que mi visión del
mundo iba a cambiar desde ese preciso momento me dispuse a escucharle. Entonces
comenzó a narrarme una historia nueva de cambios y esperanza, una historia de
políticos apolíticos que no predicaban con la palabra sino con el ejemplo. Un
nuevo partido que no se hacía clasificar por el ya antiguo de izquierdas y de
derechas, sino que unía a todos los que estamos sobreviviendo como podemos a
esta interminable crisis. Y un líder honrado, desinteresado y querido por la
gente. Sentí que escuchaba aquella historia con la que yo tanto había soñado
para mi país desde que emigré al extranjero.
“¿Y quién es ese líder?” -le
pregunté. “¿Un escritor? ¿Un investigador? ¿Un economista?”.
“No” -me dijo, “Un cómico; se
llama Beppe Grillo”.
Por un momento todas esas
mariposas que revoloteaban se paralizaron a la vez. No pude evitar pensar en la
idea de que otro Berlusconi había llegado a la bella Italia. Sin embargo, su
negativa firme me hizo rechazar esa idea. Fue cuando me contó que el Movimiento 5 Stelle había rechazado
dinero público para hacer propaganda electoral, que el único medio donde se
promocionaban era en Internet, en el cual habían colgado su programa para darse
a conocer sin tener que invertir en lo que, de algún modo, es persuasión
electoral. Que presionaron tanto con su ejemplo que los demás políticos se
vieron forzados a reducir sus abultados salarios, en total más de 8 millones de
euros de ahorro por año (un grandísimo
cambio ¿no creen?). Este nuevo grupo no político señaló que ninguno de sus
miembros arrastraba delito alguno a sus espaldas, lo que de nuevo hizo actuar a
los otros competidores (porque si esto no es una competición díganme entonces
de qué se trata), que decidieron
prescindir de aquellos cómplices que no estaban del todo limpios. Y lo que más
me llenó del todo de esperanza fue el suceso en las últimas elecciones
realizadas en febrero, cuando M5S
pasó de ser un grupo poco conocido a formar parte de uno de los más populares,
siendo el tercer partido más elegido con un 25,55 % de los votos. Lo que no
dejó a nadie indiferente puesto que desmentía de forma rotunda lo que las
encuestas estimaban.
Este hecho provocó que el M5S recibiera una llamada del Partido
Democrático (partido vencedor) que buscaba su apoyo. El portavoz de M5S en el
senado, Vito Crimi les dejó claro que ellos sí serían fieles a su promesa y que
el movimiento sólo respaldaría un gobierno encabezado por ellos. Sin embargo,
aseguró que sí estarían dispuestos a votar medidas en favor de una reforma de
la ley electoral.
He buscado información acerca de
este movimiento y sus miembros, y lo que he leído no me ha sorprendido nada en
absoluto. Algunas han sido duras críticas a un movimiento tachado de soñador y
poco serio. Por el contrario he comprobado su sostenibilidad, su desinterés por
el dinero y su transparencia. Está claro
que ahora los que no quieren despertar del sueño son otros, sólo que en este
caso es una pesadilla.
Aun a día de hoy, en Italia
siguen discutiendo sobre quién estará en el poder durante los próximos años,
pues no se ponen de acuerdo con las coaliciones en el senado. Probablemente
necesiten de una nueva votación, donde sería fantástico ver que aquellas
personas (que todos conocemos) sin esperanzas en un cambio unan su apoyo a este
grupo y aumente esa participación del 75,17 %.
No digo que mañana este mundo
será otro, pero si un cómico ha conseguido poner los puntos sobre las íes a los
partidos políticos con más poder en Italia otras personas pueden hacerlo en
España. Luchar seguiremos luchando, pero para jugar las cartas de los políticos
tenemos que sentarnos en su misma mesa.
Hay algo que sentí en la
expresión de mi amigo, algo que hacía mucho que nadie me transmitía, algo que
no se puede describir con palabras. Algo que todos necesitamos.
Con esperanzas,
Profesora despoblada.